Abolition 2000 – Red mundial para eliminar las armas nucleares

Mensaje de Abolition 2000 sobre la crisis nuclear en Japón y alrededor del mundo

Publicado el martes 26 de abril de 2011, el 25 aniversario del desastre del reactor nuclear de Chernóbil

El desafío de satisfacer la creciente demanda nacional y mundial de energía, al mismo tiempo que se reducen las emisiones del cambio climático, ha llevado a varios gobiernos a recurrir a la energía nuclear como un salvador potencial. La catástrofe de Fukushima nos pide detenernos, evaluar los peligros reales y los costes de la energía nuclear, y hacer la transición necesaria para el desarrollo de fuentes de energía seguras, limpias y renovables.

El terremoto y el tsunami en Japón devastaron toda una región. Las emisiones radiactivas de los reactores nucleares dañados son muy graves y ya han contaminado alimentos y agua en Japón, lo que ha provocado la prohibición de las exportaciones de alimentos de cuatro prefecturas. La liberación de agua contaminada en el Océano Pacífico ha causado una creciente preocupación internacional a medida que la radiación continúa propagándose, comenzando a afectar la salud humana y el medio ambiente en una escala aún más amplia — en Japón y alrededor del mundo

El Concejo Mundial de Abolition 2000 expresa su preocupación y apoyo a todos en Japón a raíz del triple desastre del terremoto, del tsunami y de los daños en los reactores nucleares. Expresamos nuestras condolencias por los miles de personas que perdieron la vida, nuestra solidaridad con las más de 150.000 personas heridas o desplazadas, y nuestros mejores deseos para los esfuerzos de rescate, recuperación y reconstrucción.

Tengan o no éxito los valientes técnicos de Fukushima en contener la cantidad de radiación que queda en los seis reactores, la lección de Fukushima es clara: los desastres naturales y los accidentes ocurrirán. Si algo puede salir mal, tarde o temprano va a salir mal. La ley de Murphy y la tecnología nuclear no se mezclan. Fukushima no es el primer – y no será el último – desastre nuclear, mientras los países continúen operando instalaciones de energía nuclear. Three Mile Island, Windscale/Sellafield y Chernóbil son otros ejemplos trágicos de accidentes nucleares que han tenido graves impactos en la salud humana por medio de la emisión de radiaciones. Según un estudio realizado en 2005 por el Consejo Nacional de Investigación de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. (BEIR VII – Fase 2), una gran parte de la evidencia científica demuestra que incluso dosis bajas de radiación ionizante probablemente presenten algún riesgo de efectos adversos para la salud.

En el caso de Chernóbil, decenas de miles han muerto y millones han sido gravemente afectados en su salud por el accidente. Alexei Yablokov, de la Academia de Ciencias de Rusia, informa que “Antes de 1985 más del 80% de los niños en los territorios de Chernóbil de Bielorrusia, Ucrania y de la Rusia Europea estaban sanos; hoy, menos del 20% están bien. En las zonas muy contaminadas es difícil encontrar un niño sano”. No sabremos el impacto total de Fukushima en la salud humana y en el medio ambiente durante muchos años. Mientras la crisis continúa desarrollándose, seguirán produciéndose nuevas emisiones de materiales radiactivos hasta que los reactores se estabilicen, y continuará existiendo la posibilidad de problemas adicionales que conduzcan a una radiación aún más catastrófica, por lo que el desastre ha recibido una calificación de gravedad similar a Chernóbil (categoría 7) y podría conducir a una similar zona de radiación permanente en Japón.

Fukushima demostró claramente la vulnerabilidad de las centrales nucleares al ataque externo, ya sea por un acto de la naturaleza o por un acto humano. El tsunami golpeó la fuente de energía externa y destruyó todo el sistema de enfriamiento del complejo del reactor.

Incluso sin accidentes, catástrofes o ataques, la producción de la energía nuclear libera cantidades nocivas de radiación en todas las etapas de la cadena del combustible nuclear, incluida la explotación, extracción, el enriquecimiento, el transporte de uranio, y la operación rutinaria de las centrales nucleares.

Y nadie ha encontrado aún una solución para el almacenamiento del combustible nuclear utilizado, el subproducto de residuos radiactivos de la producción de la energía nuclear, que seguirá siendo peligroso durante cientos de miles de años. Construir reactores nucleares sin saber qué hacer con estos residuos radiactivos es como construir una casa sin un retrete en funcionamiento.

Igual de alarmante es el hecho de que cada programa de energía nuclear ofrece el potencial para fabricar bombas nucleares. Francia, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte desarrollaron armas nucleares a partir de programas de energía nuclear. Hay serias preocupaciones de que otros países con programas de energía nuclear puedan seguir este ejemplo.

Ya en 1946, un Comité sobre Energía Atómica de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos llegó a la conclusión de que “El desarrollo de la energía atómica con fines pacíficos y el desarrollo de la energía atómica para las bombas, son en gran medida, intercambiables e interdependientes”. El Comité llegó a la conclusión de que “… no hay perspectiva de seguridad contra una guerra atómica” en un sistema internacional donde las naciones son “libres de desarrollar energía atómica pero sólo comprometidas a no usarla para fabricar bombas”.

Las afirmaciones de que la energía nuclear es una opción económica viable no pasan un examen de realidad. El verdadero coste ha estado oculto por extensos subsidios gubernamentales, límites de responsabilidad por accidentes y estructuras de precios que no incluyen los costes de almacenamiento de desechos y el desmantelamiento de las centrales nucleares. Añada a esto los costes enormes incurridos para la compensación y limpieza después de accidentes como Chernóbil y Fukushima. Incluso sin considerar estos costes, el precio de la energía nuclear por kilovatio hora es aproximadamente el doble que el del gas natural, y es improbable que disminuya. Los costes de energía eólica y solar, por otra parte, son ahora comparables con la energía nuclear y caen rápidamente a medida que la eficiencia energética mejora y se generan economías de escala (a medida que se producen más turbinas eólicas y paneles solares, por ejemplo, se reduce el coste unitario).

Igualmente falsas son las afirmaciones de que la energía nuclear es neutra en carbono y por lo tanto una opción deseable para detener y revertir el cambio climático. Es cierto que la fisión de uranio enriquecido en un reactor nuclear para generar energía no produce emisiones de carbono. Sin embargo, cada paso necesario para producir energía nuclear libera carbono a la atmósfera. Estos incluyen la minería de uranio óxido, transporte de mineral, extracción de uranio, enriquecimiento de uranio, horneado de óxido de uranio, envasado de uranio, construcción y desmantelamiento de centrales nucleares.

J.W. Storm van Leeuwen y P. Smith (“Energía nuclear: el balance energético”) calculan que con los minerales de alta calidad, el CO2 producido por el ciclo de vida nuclear completo es de aproximadamente la mitad a un tercio de una central equivalente de energía por combustión de gas. Para los minerales de baja calidad (menos del 0,02% de U3O8 por tonelada de mineral), el CO2 producido por el ciclo de vida nuclear completo es igual al producido por la central equivalente de energía por combustión de gas.

Además, las centrales nucleares se toman años para construir y consumir miles de millones de dólares en costes de investigación y desarrollo y subsidios. Si estos fondos fueran aplicados al desarrollo de tecnologías de energía renovable, esto permitiría una sustitución mucho más rápida, segura y sostenible de los combustibles fósiles. También permitiría el desarrollo de fuentes de energía adecuadas a las necesidades de las comunidades de los países en desarrollo, muchas de las cuales no forman parte de las redes eléctricas nacionales y, por lo tanto, no son atendidas por la generación centralizada de electricidad, pero que pueden ser atendidas por fuentes de energía locales como la eólica y solar

El Concejo Mundial de Abolition 2000 anuncia el establecimiento de la Agencia Internacional de Energías Renovables, que puede ayudar a los países a satisfacer sus necesidades energéticas mediante fuentes de energía seguras, sostenibles y renovables, sin necesidad de recurrir a la energía nuclear.

Como se señala en la Declaración de Abolition 2000 de 1995: “Se debe reconocer la inextricable conexión entre los usos “pacíficos” y los usos bélicos de las tecnologías nucleares y la amenaza inherente que la creación y el uso de materiales radioactivos, con sus largas vidas, representan para las generaciones futuras. Debemos progresar hacia formas de producción de energía limpias, seguras y renovables, que no produzcan materiales utilizables en la creación de armas de destrucción masiva y que no envenenen al medio ambiente por miles de siglos. El verdadero derecho “inalienable” no es el derecho a la energía nuclear, sino el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona en un mundo libre de armas nucleares.”

En solidaridad con los cientos de miles de víctimas y sobrevivientes de la energía nuclear y las industrias armamentistas, pedimos ponerle fin a la energía nuclear y a las armas – el impacto humano y ambiental de ambos es incontrolable en tiempo y espacio.